Así, comencé a trabajar con elementos que simulasen las porciones características del queso y añadí pequeños agujeros en clara alusión al queso gruyer, la variante más extendida y reconocible visualmente por todo el mundo. Las formas se compondrían básicamente tríangulos con un relieve que se encontraría horadado para simular la mencionada variante de queso. El problema al usar este estilo vendría a la hora de realizar ciertos caracteres, puesto que resultaría complicado mantener la legibilidad al tiempo de continuar la línea de coherencia establecida por el estilo.
Tras darle muchas vueltas, opté por no continuar con esta idea y comencé a desarrollar una tipografía cuyo aspecto fuese igualmente redondeado y agujereado (digamos que una mezcla de las anteriores), pero al mismo tiempo tendría unas formas más cotidianas, resultando más simple y con un toque más artesanal.
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